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Mitos sobre la carne de pollo: ¿Qué es verdad y qué no?

La realidad es que el pollo es una de las carnes más saludables que podemos incluir en nuestra dieta. Un carne blanca, con un bajo aporte calórico y de grasas y con un alto porcentaje proteínas. Pero además, es tan versátil que podemos incluirla en muchas recetas y aplicar diferentes formas de cocción. Pero, seguramente sea precisamente por lo que se han levantado muchos mitos y rumores a su alrededor.

Los mitos sobre el pollo son casi tan antiguos como el propio animal. Seguro que alguna vez has escuchado decir que no es bueno comerse la piel, que se crían con hormonas, que pueden provocar problemas durante el embarazo o que los pollos de corral son amarillos porque se alimentan solamente de maíz.

En Enmerjosa queremos poner fin a estas desinformaciones y arrojar luz sobre todo aquello que debes tener en cuenta para que el consumo de la carne de pollo sea seguro.

La piel del pollo es mala – FALSO

Aunque la piel puede contener bacterias cuando está cruda, al cocinarla desaparecen debido a las altas temperaturas, sin importar si lo hacemos asado, frito o cocido. Es más, no debes lavarlo antes de cocinarlo, ya que podrías esparcir las bacterias por tu cocina. Además, debes saber que no contiene ninguna sustancia tóxica. De lo contrario no llegaría hasta los supermercados y carnicerías, ya que primero pasa por estrictos controles sanitarios. Con lo cual, puedes comerte la piel sin ningún tipo de preocupación. De hecho, a algunas personas es la parte que más les gusta.

La carne de pollo cruda contiene bacterias peligrosas – VERDADERO

Hay que tener mucho cuidado con la carne de pollo cruda o poco cocinada, ya que puede contener bacterias como la listeria o la salmonella. Las condiciones de hacinamiento de los animales en los sistemas intensivos de cría y la implantación de grandes plantas de sacrificio y procesado favorece la difusión de los microorganismos, sobre todo de bacterias enteropatógenas. Para evitarlo, es importante que te asegures de que la carne siempre queda bien cocinada, de color blanco y no rosado. Bien cocinado, no supone ningún riesgo.

Los pollos se crían con hormonas – FALSO

Muchas personas piensan que los pollos son atiborrados a hormonas para que sean más grandes y la carne más jugosa. Sin embargo, esto es totalmente falso. Si los animales actuales son más grandes es porque las razas y especies cada vez se seleccionan mejor para encontrar pollos que crezcan más rápido y que sean de mayor tamaño.

Debes saber que la Comisión Europea prohíbe que los animales de granja sean alimentados con hormonas de crecimiento, lo que es revisado de forma rigurosa por los controles veterinarios. En el año 2017, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación publicó un informe sobre el Plan Nacional de Investigación de Residuos que demostraba que en ninguna granja de nuestro país se usan hormonas.

Es mejor no comer pollo durante el embarazo – FALSO

Esto es totalmente falso. Lo único que debes asegurarte es de que la carne está completamente hecha y de que no hay rastros de sangre que indiquen que hay partes crudas. De hecho, es una de las carnes que más beneficios aportan a las mujeres en estado de gestación: de fácil digestión, ayuda a reducir los niveles de ácido úrico, tiene un alto porcentaje de proteínas y muy poca grasa, y contiene fósforo, selenio y vitamina B6.

La vitamina B6 es esencial para aumentar la energía y quemar grasas. El selenio produce antioxidantes. Y el fósforo ayuda a que los riñones y el estómago funcionen bien y a tener los dientes y huesos más fuertes.

Los pollos de corral son amarillos son de corral criados sólo con maíz – FALSO

Cuando vemos carne pollo amarilla en las bandejas del supermercado tendemos a creer que es porque se trata de un pollo de corral que ha sido alimentado con maíz, relacionándolo con libertad, salud y calidad de vida del animal. Pero lo cierto es que el hecho de que la carne sea amarilla tiene que ver con la raza y no con el trato y la alimentación que ha recibido el animal. La raza de pollo más común es la Galus Galus, cuya carne es rosada. Pero hay otra raza cuya carne, patas y piel son amarillas después de comer grano de ese color, el Galus Sonneratti. Así lo reveló una investigación llevada a cabo por la Universidad de Uppsala (Suecia). Con lo cual, es cierto que si se les alimenta de maíz se puede potenciar este color, pero la realidad es que no tiene nada que ver con que sean o no de corral.

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