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5 Errores que cometemos al rebozar la carne

Aunque rebozar carne parezca una tarea sencilla, lo cierto es que, como todo en la cocina, tiene su técnica. Además, es habitual que nos surjan dudas. ¿Tenemos que pasar la carne siempre por pan rallado? ¿A qué temperatura debe estar el aceite? y ¿Cómo de grandes tienen que ser las piezas?

Por eso, hoy en Enmerjosa queremos darte algunos consejos para rebozar la carne y que, además de proteger los jugos de la carne, le dará un toque dorado y crujiente por fuera.

Errores a evitar al rebozar la carne

1. Olvidar el tamaño de las piezas

Las piezas de carne que vayamos a rebozar deben ser tiernas, de calidad y adecuadas a un tiempo corto de cocción. Si se trata de cerdo, el lomo es una buena elección, y para la ternera, un buen bistec es una excelente opción, sobre todo de espaldilla o cadera. Evitando excedernos en el grosor y en el tamaño. Además, recuerda freír las piezas de una en una o en pequeñas tandas para controlar la cocción y que el aceite se enfríe.

2. Liarte con la técnica para rebozar

El método de rebozado más recomendable es el tradicional. Se aplasta la carne para que quede finita y se le añade sal y pimienta. Después se le echa un poco de harina y se le da unas palmaditas para eliminar el exceso. Luego báñala en huevo batido y empánala con pan rallado. El huevo ayuda a unir la carne con la harina, pero para que todo quede perfectamente adherido es aconsejable presionar un poco con la mano.

3. No tener en cuenta los tiempos de fritura

La temperatura del aceite es uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta, más incluso que el propio rebozado. Y para ello, es imprescindible colocar las carnes en pequeñas tandas para evitar que el aceite se enfríe y que la parte de fuera quede bien rebozada. Es aconsejable que se eche una buena cantidad de aceite a la sartén y que esté muy caliente cuando añadamos la carne, pero no en exceso. De lo contrario, se quemará por fuera y se quedará cruda por dentro.

4. Rebozar siempre de la misma manera

El rebozado tradicional de siempre, elaborado con huevo, harina y pan rallado con algún toque de ajo y perejil suele ser el más popular, pero también podemos ser más creativos y añadir ingredientes menos habituales. Por ejemplo, en lugar de usar pan rallado, podemos rebozar con maíz tostados, almendras o pistachos. Incluso, si buscamos algo más atrevido, con patatas de bolsa trituradas.

5. No tengas miedo de probar distintas elaboraciones

No temas probar diferentes maceraciones que vayan más allá de las recetas tradicionales en el momento de macerar el pollo. Podemos jugar con otros ingredientes como las hierbas, las algas o las semillas. El perejil, el orégano o la albahaca combinados con pan rallado dará a la carne un toque mediterráneo delicioso. Pero también puedes decantarte por especias como el pimentón, la cúrcuma o el tomate seco, que además de darle sabor le añadirán color.

Trucos para que la carne quede en su punto

El grosor de la carne es uno de los aspectos fundamentales para que al cocinarse quede en su punto. Si el trozo es muy grueso y de gran tamaño, probablemente no nos quede como queremos. La idea es que quede bien hecho por fuera y por dentro tierno y jugoso. Para lo cual, debería tener 1 cm de grosor.

Además, a la hora de sazonar la carne, debes tener en cuenta que en los cortes más gruesos, los condimentos y especias que usemos se quedarán en forma de costra y no llegarán al centro del corte. En el caso de la sal, lo más recomendable es agregarla al terminas, cuando ya carne ya está hecha. Y es que si está cruda, absorberá mucho más.

El auténtico truco para rebozar la carne

Coge una bolsa hermética y echa cinco cucharadas de harina de trigo, y sal y pimienta al gusto. Después introduce cinco trozos de pollo y cierra bien. Agita la bolsa para que se impregne bien de harina. Para que la fritura quede más crujiente, deja que el pollo repose unos minutos antes de freír para que la harina se seque un poco y quede bien adherida a la superficie.

Pero no solamente te quedará mejor, sino que además, ensuciarás mucho menos la cocina. Recuerda el refrán, “no es limpio el que más limpia sino el que menos ensucia”. Así pues, disfruta de tus platos preferidos con el mínimo esfuerzo y el máximo rendimiento.

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