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¿Es natural que las personas comamos carne?

En los últimos años, la dieta vegana ha experimentado un importante auge, convirtiéndose en una filosofía de vida que además de apostar por una alimentación libre de productos de origen animal, suele incluir otros planteamientos existenciales como preocuparse por el medio ambiente y ser animalista. Por esta razón, mucha gente vegana considera que las personas omnívoras favorecen la explotación animal, la degradación del medio ambiente y los postulados económicos de corte neoliberal.

Los practicantes de la dieta vegana la consideran como un tipo de alimentación más equilibrado, sano y sostenible que la alimentación convencional. Pero, ¿es esto cierto? Puede que remontarnos a la evolución de nuestros antepasados en la Prehistoria nos ayude a arrojar un poco de luz sobre este debate que tanta polémica ha generado en los últimos tiempos.

La biología evolutiva evidencia que los seres humanos somos distintos a otros primates porque mantenemos una alimentación omnívora. Desde el punto de vista tanto fisiológico como anatómico, el Homo Sapiens presenta una serie de adaptaciones que lo hacen más carnívoro que otros simios como el gorila, el chimpancé o el orangután, nuestros parientes vivos más cercanos. Las principales evidencias evolutivas que contradicen el hecho de que la dieta vegana sea más adecuada para el ser humano son las siguientes.

1. Color corto y otras razones intestinales

El coeficiente de diferenciación del tracto digestivo tiene en nuestro cuerpo un valor intermedio, lo que lo posiciona justo entre el de los carnívoros y el del chimpancé o el orangután. Y la mitad que el del gorila, cuya dieta es exclusivamente herbívora.

De hecho, nuestro colon y nuestro intestino delgado representan un 17% y un 67% respectivamente del volumen total del tubo digestivo, mientras que en los simios, estas proporciones varían entre el 14-28% y el 52-54%. Al contar con un colon más corto, el tránsito de la comida a través de nuestro tubo digestivo es más rápido, haciendo que la absorción de los alimentos vegetales ricos en fibra sea más complicada.

2. Cerebro grande

Uno de los motivos principales por los que actualmente precisamos una dieta de alta calidad es el alto coste de mantenimiento de nuestro tejido nervioso, que representa un 22% de la tasa metabólica basal, frente al 8% en el chimpancé. Pero además, en nuestro cuerpo hay órganos muy costosos de mantener, como los riñones, el corazón o el hígado, cuyas dimensiones no pueden disminuir. La expansión de nuestro cerebro provocó que el tracto digestivo se hiciera más corto, dando lugar a la transición hacia una dieta más carnívora.

3. Energía y metabolismo

El tamaño corporal en los mamíferos va acompañado de una reducción de la tasa metabólica basal por unidad de masa, lo que permite disminuir la calidad de la alimentación. Esta es la razón por la que los grandes simios pueden mantenerse con una dieta de entre el 87% y el 99% de alimentos vegetales. La única excepción son los chimpancés, que al frugívoros, cuentan con una dieta más rica en energía que les permite desarrollar una vida social más intensa.

En nuestros antepasados del género Homo la evolución en las áridas y estacionales sabanas africanas hicieron que la carne fuera incluida en su dieta debido al carroñeo. La dieta carnívora es más rica en energía y más fácil de digerir, lo que además nos abrió la puerta a los aminoácidos esenciales y a otros micronutrientes, como determinados ácidos grasos omega-3, que únicamente se encuentran presentes en los tejidos animales.

4. La importancia del hierro

Hay que tener en cuenta que los enterocitos de nuestro sistema digestivo absorben mejor el hierro de la hemoglobina y de los compuestos de la porfirina que los iones del hierro presentes en los alimentos de origen vegetal, cuya asimilación se reduce en un 50-70% debido a la presencia de fitatos y compuestos fenólicos, que impiden una adecuada absorción. En cambio, los animales herbívoros no absorben el hierro de los compuestos ligados a la carne y dependen de los iones de hierro en las plantas.

Una alimentación libre de carne como la vegana no es capaz de satisfacer el aporte mínimo de 1,5 mg hierro/día, por lo que es necesario tomar suplementos que, a largo plazo, terminan dañando los riñones. Y es que buena parte del hierro no es absorbido por nuestro organismo y se acaba excretando.

Por eso, aunque es cierto que las lentejas tienen mucho hierro, se trata de una verdad a medias, pues asimilamos mucho mejor el hirro de un filete de vaca o de atún que el de las lentejas.

5. Aumento de la esperanza de vida

Las adaptaciones de la dieta omnívora también conllevan un aumento de la esperanza de vida. Los humanos vivimos un 30% más que los grandes simios. No es casual que en un 75% de las sociedades de cazadores-recolectores nómadas, la mitad de la dieta estuviera compuesta por carne de caza y pesca.

El menor consumo de hidratos de carbono en las poblaciones humanas después de haberse adaptado a una dieta más carnívora pudo favorece la aparición de la resistencia a la insulina como mecanismo para acumular grasa en momentos de abundancia de recursos. Razón por la que la diabetes es actualmente de entre un 7 y un 14% en nuestra sociedad.

En definitiva, una dieta vegana no solo es antinatural en nuestra especia, sino que además, debido a nuestro pasado evolutivo, hay razones fisiológicas de peso que la desaconsejan por completo. Por este motivo, no debería tomarse como una alternativa saludable frente a la dieta mediterránea, que es mucho más sana y equilibrada.

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